Fue un día raro hoy (iba a decir bizarro, pero me evito a mi misma la pelea con mi mente por haber usado incorrectamente la palabra). Descubrí un par de cosas sobre gente cercana, sobre gente no tan cercana y, sobre todo, sobre mí misma.
Hace un par de días estaba diciendo que hay dos tipos de personas: los que aceptan al pasado, y los que deciden ignorarlo. Hoy, para mi sorpresa, me di cuenta que no es tan simple. A veces los recuerdos del pasado no son simplemente recuerdos...si no que se convierten en fantasmas. Lo peor es que a veces, los fantasmas que te atormentan no son los tuyos, son fantasmas que compartís con alguien porque querés ayudarlos a aliviar la pena y quitarles un poco el peso de encima o que simplemente se te pegan sin que te des cuenta por la cercanía a la persona que los tiene. Cuando pasa esto, no tenés las opciones de aceptarlos o ignorarlos; el instinto que uno tiene es pelearlos. No sé si se entiende. Creo que nadie va a entender a qué me refiero porque ninguno está en mi cabeza y siente lo que siento, pero necesito decirlo. A lo que apunto es que a veces el pasado no te hace quien sos, sino que te impide ser. Cuando es así, no lo podés ignorar, no lo podés aceptar... Es más, a veces ni siquiera podés pelearlo, por más que quieras...y a veces querés pelearlo con alguien. Fuck, me perdí hasta a mí misma. Mejor me callo acá porque estoy empezando a tener un ataque de pánico. Mi cabeza está llena de miedo y mi garganta está empezando a cerrarse. Y sí, ahí está...ahora estoy llorando. Screw it.
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