Estoy encerrada en mi cuarto desde hace horas,
con la luz apagada,
la música a todo lo que da
y con el pantalón y la remera en el piso al lado de mi cama
porque hace calor y el ventilador de mi habitación está roto.
No puedo desaparecer porque mi cabeza no puede dejar cosas inconclusas
y, por más que suene estúpido, le debo una entrada que borre cinco veces en el día al blog.
No me animo a poner todo lo que decía
porque era un vómito verbal que no estoy dispuesta a compartir con cualquiera.
Lo único que quiero decir, que salvo y me animo a compartir, es lo siguiente:
Es por cosas así, por desilusiones, porque me han pateado cuando ya estaba en el suelo
que ahora paso noches desvelada, mirando una pared de un cuarto que no es mío,
pensando en palabras de una persona que, poco a poco, gana poder...
viendo el reflejo de una persona al lado mío, cerca mío, en el espejo cerca de la cama, encima de una especie de mesa...
sin poder parar de maquinar y de pensar qué tengo permitido y qué tengo prohibido.
Odio anticiparme quince pasos a lo que la otra persona va a hacer,
porque creo que logro que lo haga.
La cantidad de cosas que pasaron hoy es increíble.
Necesito hablar con alguien
o por lo menos callarme la boca en compañia.
Quiero renunciar a mi trabajo.
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