¿Qué tan fuerte es el amor?

¿Puede ganarle a la distancia, al silencio?

¿Puede vencer a los fantasmas (del antes y del después)?

¿Es conformismo si digo que los besos que me regaló el pasado,

inigualables, únicos e irrepetibles,

me dieron fuerzas para pelear una situación que consideraba insoportable?

¿Es conformismo decir que el brillo de los ojos de otra persona es suficiente,

que el calor de las manos, el cosquilleo de la respiración ajena,

el temblor en mis piernas por el pensamiento de una sonrisa que le pertenece a otra persona

tiene el poder de alegrarme por días y hasta semanas enteras?

¿Es amor eso que sentí, que siento?

Y si lo fue, o lo es, ¿voy a sentirlo de nuevo?

Me gustaría saber que no soy la única que agradece por esos momentos,

por más poco duraderos que fueron, pero no lo sé.

Es más, dudo seriamente, constantemente, honestamente, que vos, que él, que ellos lo sientan o hayan sentido de la misma manera.

Y no lo voy a negar, me duele sentirme así: deshechable, como un pedazo de papel que usaste, que usó, que usaron -porque ya no sé que pronombre usar- hace rato y se convirtió en innecesario con el pasar del tiempo.

¡Prescindible! Sí, esa es la palabra que quiero usar. Así es como me siento.

Y si bien hay muchas cosas que no entiendo, muchas cosas que no quiero entender, y muchas cosas que ignoro, sé muy bien que no quiero sentirme así.

Con eso en mente, me retiro...

preguntandome a mí misma y al viento

-por si es capaz de llevar el pensamiento a quien es el verdadero destinatario-

si soy la única que no se arrepiente de esas escenas que se quedaron grabadas en mi mente,

por más que sé que no van a volver

(no con vos, no con él, no con ellos).