La luz del sol inunda mi cuarto y no puedo evitar sentir eso que tanto miedo me da. No quiero decir el nombre del sentimiento, y no quiero siquiera pensarlo, por si hacerlo lo convierte aún más fácilmente en realidad. No puedo sacarme esa sensación de la cabeza. Una palabra lo solucionaría todo. Me duele la espalda y estoy tensa, y aún estando sentada, con las piernas tapadas por una frazada y el cobertor amarillo que me regaló mi familia, golpeo como estúpida las letras de mi teclado, esperando que alguna palabra sea lo suficientemente inteligente o cautivante como para causar una respuesta. De repente, palabras que dije hace unos días hacen eco en mi cabeza y por una fracción de segundo, todo tiene sentido y nada duele.
No hay comentarios:
Publicar un comentario