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domingo, 20 de febrero de 2011

Son las dos y once de la mañana (mi compu originalmente me decía que eran las tres), y no quiero dormir. Creo que esa siesta que me tomé en el colectivo desde Cabildo y Juramento me quitó todo sueño posible. No quiero ni puedo dormir. No. En vez, quiero sentarme acá, en frente de mi estúpida e inservible computadora, y hablarles de un par de cosas. Yo sé que mientras volvía, antes de rendirme ante el sueño, se me habían ocurrido millones de cosas geniales para decirles, pero mi memoria falla. Confío en que con el tiempo, a medida que tipee palabra tras palabra sin sentido alguno, volverá mi posteo perfecto. Si no pasa esto, mil disculpas, compañeros internautas. Será otro día.

Supongo que de lo que quiero hablar es del pasado, porque es algo que me viene molestando y que sé que le molesta a una o dos de mis lectoras (aunque no sé qué tan asiduas de este sitio). No sé con qué quiero empezar, así que ruego comprensión. Creo que cuando se trata del pasado, no podés empezar desde otro punto que no sea el principio. No, no me voy a poner a contarles de aquella madrugada de un cuatro de abril hace aproximadamente veinte años (mierda, estoy grande). ¿Cuál es mi principio? Ja, esa nunca me la había preguntado nunca. Supongo que mi principio es resultado de acciones separadas por tiempo y espacio a lo largo de mi niñez y ""adultez"". Supongo que es una mezcla de cuando mi mejor amiga se cambió de colegio en segundo grado, la otra en quinto, la otra en séptimo, primer año, cuando mi hermano se fue a mis diez años a España, alejándome de quienes más quería, de cuando mis amigas se peleaban conmigo... Francamente, no sé cuál es mi principio. Creo que esa pregunta es demasiado filosófica como para esta altura del partido. Cuestión es que, sea cuando fuese, yo empecé. Me empecé a formar; empecé a tener mis convicciones (que aunque a veces me pregunto qué tan "mías" son, sé que realmente las creo), creencias, etc.
No puedo decir mi nombre sin pensar en otras personas, aunque ya no estén más en mi día a día. No, no me refiero a mi mamá (ella siempre va a ser parte de mi vida y de mí, de alguna manera... por lo menos en esas obsesiones que tengo con los papelitos) ni a mi papá (de quien saqué mi terquedad e - ¿me animo o no me animo a decirlo? - hipocresía). Me refiero a amigos, amigas, personas con las que compartí tardes, sueños, salidas. Por más que ya no sean más mis amigos, mis compañias a las tres de la mañana cuando estoy filosófica y demás, son parte de mí. Por las buenas o las malas, me enseñaron cosas.
Me enseñaron lo que se siente tener el corazón roto, me enseñaron lo que es decir "te quiero", que a pesar de mis miedos, un abrazo es una de las cosas más lindas que se pueden regalar, que no hay nada como tirarse en la terraza hasta las cinco de la mañana, haciendose la que sabés la verdad sobre todo, cuando es obvio que ignorás más de la mitad de las cosas esenciales y verdaderas sobre la vida. Me enseñaron tantas cosas. Por las buenas, por las malas. Algunas fueron de prepo, lecciones que tuve que aprender aunque no quería... Y algunas lecciones fueron cosas que aprendimos en conjunto. Sea como sea, mi principio es borroso. No sólo abarca muchos años, si no que también se entrecruza con el ahora y no los puedo distinguir mucho.
Pero el pasado es el pasado, eso si lo distingo. ¿Se entiende? Si bien a aquellas personas que ya no tengo más al lado las "aprecio", sé que no van a volver (por elección propia, porque aún si se diera la oportunidad, hay puertas que no volvería a abrir). El pasado me trajo a lo que soy hoy, que me gusta. Sí, todavía tengo mis rayes y quiero romper cosas. Sí, a veces tengo problemas para controlar mi ira y le grito a la primera persona que se me cruza, pero hay que admitirlo: estoy diferente. No digo que antes no fuese feliz, porque lo era. Sólo digo que la felicidad que vivo ahora es diferente. Antes, era yo sin serlo. Tal como lo dije hace un tiempo, me perdí en otra persona y llegué a tal punto en el que no se podía distinguir cuándo Juli empezaba o si empezaba siquiera. Ahora, es diferente. Sé que las personas que me acercan cada día más a ellos, lo hacen por elección propia. Puedo poner las tildes, puedo gritar, puedo HABLAR CON MAYÚSCULAS, puedo putear, puedo ser yo... esa romántica empedernida con respecto a todo de la vida, que se rehusa a creer que es todo malo, aunque a veces tenga la visión disminuída o bloqueada por un par de lágrimas. Puedo ser la yo nerd, boba, con sentido de humor bizarro, que prefiere hablar de filosofía antes que hablar de zapatos. Puedo no peinarme un día (¿algún día me peino de verdad?) o cantar a los gritos en la calle, y saber que si bien me gane un par de "estás loca", no me van a alejar por eso. Puedo entrar en pánico por un "te quiero" o la falta del mismo... Ustedes entienden, porque si están acá, me conocen y, aunque sea un poco, me entienden.
Así es como yo contestaría mi pregunta de hoy: si pudiese anotarme en un programa al estilo de "eterno resplandor de una mente sin recuerdos", no lo haría.
¿Por qué?

Porque si bien hubo noches llenas de lágrimas, en las que me dormía llorando a las cinco de la mañana, en las que costaba respirar cuando un nombre se me venía a la mente,
en la que todo parecía que iba a ser obscuro de por vida, hoy veo que eso es el pasado,
y el Presente es otra cosa.

Para aquellos que no saben, paso a explicar el presente.
Yo sé mis defectos y sé mis virtudes. Sé que soy melodramática, histérica, exagerada, jodida, complicada, emocional, necesitada y un toque dependiente. Soy celosa, rencorosa, avara, mentirosa y vengativa. Soy violenta, hiriente, falsa y fría. Pero también, sé lo bueno que tengo... Sé que una vez que me conocés, hago todo lo posible para llenar tus días con sabor a chocolate y aroma a Vainilla. Sé que estoy para mis amigos, sin importar la hora ni la distancia. Sé que por las personas que amo, doy todo. Sé que puedo ser cariñosa si lo quiero, honesta si me importa y que cuido mucho las relaciones que tengo. De nuevo, ¿por qué? Porque si te hablo, es porque genuinamente me importás y no quiero perderte. No me importa si sos mi mejor amiga o simplemente una conocida, si te hablo, es porque te respeto, te valoro y me importás. No me importa si hablamos una vez cada muerte de obispo, si me necesitás, voy hasta (mi cabeza está maquinando algún lugar lejos) el infinito y más allá (no se me ocurrió) si es necesario para robarte una sonrisa... Sea como sea que haya llegado a este punto, me alegro de haber pasado por lo que pasé, dolor incluído. Hoy, sé que el chico con el que estoy me quiere, y sé, sin lugar a dudas, que lo quiero a él (más que quiero, mucho más que quiero). Hoy, sé que las amigas que tengo me elijen todos los días de nuevo (porque si no ya estaría muerta). Sé que si quiero hablar con alguien, tengo con quién, ya sea con un amigo o una amiga o alguien de la familia, aunque raramente recurra a esta última opción.

Quiero dedicarles un par de canciones,
así que presten atención.

Mamá - Dad, by Goldfinger.



Caro - Breathe, by Anna Nalick (o algo así).



Chico lindo - Loving you tonight (aunque ya te la haya pasado. no está en goear)


A las dos - L.I.F.E.G.O.E.S.O.N by Noah and the Whale



A mí, porque me encantaba la cancion - Some Say, by Sum 41



No sé si lo que quería comunicar se comunica con este post,
pero algo es algo. Yo sé que lo voy a entender.


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